Tejiendo historias individuales para reconstruir la narrativa colectiva, y aprovechando el conocimiento popular para buscar soluciones que maximicen la inclusión educativa. Esta ha sido la premisa del profesor de Teoría de la Educación, Ignacio Calderón, en su conferencia ‘Educación inclusiva: un proyecto colectivo’, celebrada en el salón de actos de la Federación de Fútbol.
Calderón enfatizó la importancia de escuchar las voces de la gente común, sosteniendo que “la gente sabe, todos saben algo”. Su equipo de trabajo está aprovechando esta sabiduría popular, colaborando estrechamente con las familias. Federaciones de AMPA, como la FAMPA de Ceuta, están liderando este esfuerzo, reconociendo su valor.
Según Calderón, Ceuta presenta condiciones únicas. “Un cruce de culturas que hace que la educación inclusiva sea aún más interesante. La educación inclusiva no se trata de discapacidad, ni siquiera de necesidades especiales, como suele denominarse en la escuela, sino de diversidad y reconocimiento del valor de todas las personas”, señaló Calderón. Su objetivo es demostrar que esta diversidad es un valor, una riqueza para cualquier sociedad, y evitar que se convierta en desigualdad, independientemente de la raza, etnia, nacionalidad, capacidades u orientaciones sexuales.
Para Calderón, hablar de inclusión es como hablar de justicia. “Nunca somos lo suficientemente inclusivos, como nunca somos completamente justos”, dijo. La conferencia buscó destacar que las escuelas inclusivas son aquellas que logran recuperar los conocimientos de la gente, los conocimientos del profesorado, “que no se utilizan porque la escuela es muy cerrada y tiene propuestas muy rígidas. Pero esos conocimientos de, por ejemplo, los docentes que no se están utilizando, son en gran medida la clave para el desarrollo de las escuelas inclusivas”.
Este profesor de Teoría de la Educación sostiene que la inclusión no es un término asociado a la modernidad. Como señaló, hoy en día existen escuelas excluyentes y en el pasado había escuelas muy inclusivas. Pero en aquellas que ponen en práctica los conocimientos de la “gente común y corriente”, un pequeño cambio, como el de una docente, puede convertir a un alumno en “legítimo” cuando antes estaba a punto de ser excluido del sistema educativo.
Como ejemplo de esa escuela inclusiva, alejada de la modernidad, Calderón recordó las escuelas rurales, las escuelas unitarias, donde un solo docente es capaz de adaptarse a alumnos de diferentes cursos sin problemas.
