Hasta el otoño de 2019, el polígono del Tarajal era un constante ir y venir de mercancía, pero tras su cierre lo que fue el pulmón comercial de Ceuta ha ido quedando abandonado a su suerte, sobre todo la zona más próxima a la frontera. Un abandono, más que evidente, que aprovechan todos aquellos que se saltan las normas en cuanto al deshecho de residuos.
La entrada del polígono amanecía es jueves, 7 de septiembre, como si de un vertedero de tratara. Enseres domésticos, piezas de vehículos, cartones, plásticos... Toda suerte de basuras han sido esparcidas por las calles del polígono comercial que se ha dejado morir porque nadie ha sabido dar una solución para esas naves que llevan varios años cerradas.
El 'comercio atípico' que movía cientos de millones de euros cada año en Ceuta y con un peso en la economía local se cifraba en un cuarto de su PIB anual, pasó a la historia.
Con la aduana comercial sin entrar en funcionamiento, lo que se pretendía que fuera con el cierre en octubre de 2019, orientar la frontera hacia un comercio regulado bajo el régimen de viajeros "sin tránsito de los porteadores para tratar de minimizar el peligro que supone la acumulación de miles de personas en el entorno fronterizo de los dos países, tránsito ya alterado por las nuevas restricciones impuestas sobre determinados productos hasta ahora permitidos" se ha convertido en una 'zona fantasma' de la que nadie habla y que a pocos suscita interés, salvo a los pocos comerciantes que subsisten en el polígono, pero en la naves verdes, porque de las azules nadie se responsabiliza.
La basura y la chatarra, hasta vehículos abandonados comparten espacio con ratas y cucarachas para desesperación de los pocos comerciantes que siguen peleando por mantener a flote sus negocios.
