MACARENA CORTéS, BAILAORA

"El flamenco es un sentimiento, es el grito del pueblo"

Macarena Cortés es bailaora, graduada universitaria en Pedagogía y formada en los mejores conservatorios superiores de danza de Andalucía. Nacida hace 25 años en Ceuta, Cortés se mira en el espejo de su mentora, la gran Matilde Coral.

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photo_camera Macarena Cortés sobre las tablas del Auditorio Teatro del Revellín de Ceuta/ ANTONIO SEMPERE

 A los 15 años, muy joven y con el apoyo incondicional de su familia, Macarena Cortés salió de Ceuta rumbo a uno los mejores conservatorios de danza de Andalucía: el Reina Sofía de Granada, donde se graduó en la especialidad de Danza Española.

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Es en la escuela de la genial bailaora sevillana Matilde Coral, en el barrio de Triana,  donde Macarena Cortés desarrolla su pasión por el flamenco y evoluciona profesionalmente, aunque como ella misma afirma, siempre aprende algo nuevo cuando se calza los tacones de baile demostrando el arte que le corre por sus pies, que sin lugar a dudas hace  temblar los escenarios por los que pasa. Podemos decir que lleva el arte ceutí a la cuna del baile flamenco del mundo: El barrio de Triana en Sevilla.

Además de su gran pasión por la danza, su vida fluye en torno a los niños con trastornos generalizados del desarrollo (TGD), poniendo en práctica su proyecto de fin de carrera, Pedagogía, en la estimulación psicomotriz y mental de los pequeños a través del baile. Macarena Cortés colabora con ACEFEP, entidad que engloba distintas asociaciones dedicadas a personas con discapacidad mental. 

La bailaora es una de las integrantes del espectáculo que el artista sevillano Falete está representando por varias ciudades de España  y que le llevará a Madrid en las próximas fechas para actuar en el Teatro Calderón junto al cantaor y su cuadro flamenco. Ella ha actuado con grandes de la escena flamenca como Nano de Jerez, Juan Campallo, Inma la Carbonera, acompañada por Laura de los Ángeles, Ana Polanco, entre otros artistas del escenario flamenco. El año pasado tuvimos la ocasión de disfrutar con su arte en el Auditorio Teatro del Revellín, con el antes mencionado Falete.  

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Cortés presta su imagen a una importante firma de moda flamenca en Sevilla donde ha participado varios años en el SIMOF (Salón Internacional de Moda Flamenca).

Ceuta se puede sentir orgullosa de que una bailaora vaya paseando su nombre por los escenarios de toda España, con el  estilo que representa la más pura esencia de su sangre caballa

-Para ti, ¿qué significa la danza?

La danza para mí es todo. Es algo que ha dado significado a mi vida. No recuerdo un momento en mi vida sin bailar. Digamos que es una forma de vida, es pasión y sacrificio,  es un arte que nunca para, no tiene fin porque está evolucionando constantemente.

-¿Qué tiene el flamenco que lo diferencia de otras artes?

El flamenco es una de las artes más complejas. Para bailar flamenco no solamente es necesario tener aptitud artística o técnica de danza, sino que hay que conocerlo. Hay que conocer el cante y los toques de la guitarra y, sobre todo,  la percusión, puesto que  la bailaora cuando baila flamenco también percute con sus pies. No solamente el control de brazos sino que el manejo de los pies al compás es de suma importancia. Si no se siente el flamenco, difícilmente se puede entender, ni mucho menos bailarlo. El flamenco es un sentimiento, es el grito del pueblo.

¿Cómo comienza tu vida en el flamenco?

Empecé desde muy pequeña a bailar en una escuela de aquí de Ceuta. Al principio era un hobby porque me encantaba bailar. Pero fue a la edad de 13 años, cuando vino una profesora titulada de fuera que daba clases de preparación para conservatorio y mis padres me matricularon porque veían que para mí era más que un entretenimiento, empezando en ese momento a destacar en flamenco. Por los gestos de mi cara al bailar se daban cuenta de que sentía algo más por el flamenco que por otra disciplina de la danza. Realmente lo vivía. Mis padres me animaron a dar el salto, y con 15 años me marché de Ceuta para dedicarme al baile.

¿Qué es el flamenco para ti?

Mi vida. No tengo muchas veces palabras para expresar lo que quiero expresar pero en el flamenco encuentro un momento donde puedo manifestar lo que llevo dentro, como un palo, una clase de técnica, algo más frío, o bien en mis momentos de pena, una soleá o un cante por seguidilla. También,  cuando tengo mis momentos alegres, con alegrías. Influye mucho el estado de ánimo o el momento que estés viviendo en tu vida personal. Aunque yo haya tenido una vida muy bonita hasta el momento, considero que para trasmitir el flamenco y trasmitir ciertas tristezas hace falta que primero las hayas sentido para poder luego expresarlas bailando. Cuando un cantaor le canta por seguidillas o martinete a la pena o la muerte, si nunca ha sentido la pérdida de alguien es más complicado trasmitir esa pena.

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¿Se siente igual el cante que el baile?

Sí. En el flamenco hay un lenguaje oculto que es común. Si un bailaor no siente el cante o lo que te trasmite una falseta de guitarra, difícilmente podrá llegar a vivir el flamenco. Nos movemos al compás de los quejíos y de los golpes rotos de las cuerdas del guitarrista. Es tan personal que no hay dos cantaores, ni dos guitarristas que te hagan sentir igual. Cada uno tiene su duende, su propia esencia. Cada uno tiene su manera de trasmitir.

¿Quiénes son tus referentes en el cante y la guitarra?

En la guitarra, el más grande ha sido y será Paco de Lucía. Era un genio, un revolucionario del arte flamenco. Actualmente, y muy reconocido, es Vicente Amigo, premio de las bellas artes recientemente. Junto a Manolo Sanlúcar son los referentes en elevar las seis cuerdas al máximo exponente del flamenco, no solo nacional. Digamos que son universales. Sin olvidarnos de Tomatito, otro grande donde los haya. En el cante, Camarón. Todo está dicho al pronunciar ese nombre.

¿Y en el baile?

Matilde Coral, por supuesto. Aunque admiro a Matilde Coral y no me salen palabras para definir su arte, mi referente ha sido siempre Manuela Vargas, la más grande bailaora que ha dado el flamenco.

-¿El flamenco se aprende, se perfecciona o hay que  nacer con ese punto de arte en las venas para sentirlo?

 Creo que todo influye un poco.  Yo vengo de una familia que siente mucho el flamenco. En las celebraciones, las navidades o cualquier reunión familiar, todo se festeja al son de palmas y cante. Mi infancia ha sido muy feliz dentro de lo que cabe. Yo bailaba siempre que había algún evento y eso me ha hecho encender la pasión por el flamenco desde muy joven. Hay que nacer con el arte y te vas haciendo,  pero a la vez el flamenco tiene que ser estudiado porque es muy complejo. En el flamenco, cuando están en escena cante toque y baile, manda el baile. Tienes que saber el modo de esperar una introducción, aguantar un cante, llamar el cante, rematar bien un  cante, bailar bien una falseta de guitarra. Todo eso es el lenguaje oculto que tiene el flamenco dentro de escena,  vamos interpretando siempre mirando al cantaor o a la guitarra.

-En el flamenco hay sensualidad, hay pena, puede haber coraje, una cantidad de sentimientos que se pueden expresar como en otras artes, pero no con la misma libertad de expresión que tiene el flamenco. ¿Entendemos el flamenco sin la rabia y pasión del gitano?

Por supuesto. En los cantes diversos de los distintos pueblos se muestran las alegrías, las penas y eso no tiene por qué ser solo de gitano. Pero sí que la raíz gitana del flamenco se asienta en una base sólida, haciendo notar que a algunos artistas les corre la sangre canastera por sus venas. Nacer gitano no te hace ser mejor artista de flamenco si no lo vives de cerca. Hay que reconocer que los  mejores  bailaores son gitanos, pero no es indispensable. No hay que olvidar que el flamenco es una mezcla de diferentes estilos y culturas de muchos pueblos que han pasado por nuestra tierra, de ahí su riqueza y su valor, que actualmente conserva. Pero ahora está viviendo un momento de transición que para mi gusto no lo hace mejor de lo clásico.

-¿Qué encuentra el público en el flamenco?

Yo pienso que el público que va a ver un espectáculo de flamenco va en busca de emociones. Cuando te subes al escenario lo importante es darle al público lo que ha venido a buscar. En mis espectáculos me gusta llevar un abanico diverso de palos o de bailes. Por ejemplo, con el espectáculo de Falete, en  los cuatro pases que hago, me identifico como una persona diferente y creo que el público lo agradece.

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-¿Qué lleva a una joven de Ceuta a dar el salto fuera de su tierra?

Cuando tuve la oportunidad, mi profesora me llevo a hacer la prueba a Málaga. Tenía 13 años, y una vez hecha esa prueba, ya estando de vuelta en Ceuta, llamaron por teléfono a mi casa y le dijeron a mi madre que había sacado la mejor nota del conservatorio yendo por libre y remataron diciendo que yo tenía nombre y  arte. En ese momento mi madre comprendió que estaba predestinada para bailar. Lo que pasa que con 13 años no me dejó ir por lo que seguí formándome hasta que cumplí los 15, que volví a aprobar para el conservatorio de Granada. Es entonces cuando  ya definitivamente me marché para acabar los estudios de bachillerato y para comenzar mi carrera en el baile.

-¿Cómo y a través de quién te llega el momento de entrar en el círculo de artistas consolidados dentro del mundo del flamenco?

Cuando terminé en el conservatorio de Granada y acabé los estudios oficiales de bachillerato, me fui a Sevilla, a la cuna del arte flamenco por excelencia. Aunque yo había estudiado danza española fui a buscar una escuela profesional de flamenco que era lo que realmente me despertaba interés, más que otra modalidad de danza. Había escuchado hablar de la escuela de Matilde Coral y allí la encontré, junto a su hija, profesora de baile también. Solo con cruzar unas palabras con Matilde pude sentir que ése era mi sitio y ahí me titulé y ahí estoy para mejorar al lado de una grande.

-Háblanos de tu otra faceta como pedagoga,  ¿por qué has elegido centrarte en personas con trastornos del desarrollo y más en particular en los niños con estos problemas?

Estudié Pedagogía por el miedo a sufrir algún percance que no me permitiera bailar, como alguna lesión importante, porque bailaoras hay muchas y no todas pueden dedicarse profesionalmente a ello. Así que decidí estudiar una carrera, aunque a mí siempre me atrajo la medicina porque lo he vivido en casa al ser mi padre enfermero. Fue mi padre el que me animó a estudiar Pedagogía, donde he encontrado otra vocación y una gran pasión. La educación mueve el mundo, es lo único que tenemos para cambiar las cosas y yo he tenido la suerte de juntar mis dos grandes vocaciones como son la danza y la educación para ponerlas al servicio de los que más lo necesitan, como son las personas con trastornos o enfermedades que le impiden un desarrollo normal de sus facultades. Estoy sorprendida por el resultado que proporciona  trabajar desde la danza con este tipo de personas.

He estado de voluntariado en las 3.000 viviendas con niños que no han tenido una vida fácil y la verdad que aprendí mucho de ellos. Ahora colaboro con Acefep para trabajar con personas con autismo,  síndrome de Down y otros trastornos poniendo en práctica el proyecto de fin de carrera que desarrollé, todo por una buena causa. Me gusta ayudar en todo lo que pueda.

-Y por último, cuéntanos tus proyectos más inmediatos. ¿Qué esperas de este recién estrenado 2016?

Este 2016 ha empezado bien porque estamos preparándonos para estar un mes en Madrid con el espectáculo de Falete, en el teatro Calderón, que es la misma puesta en escena que estrenamos aquí en Ceuta el verano pasado. Luego estoy preparando otro espectáculo que seguro traeremos a Ceuta como estreno, dónde mejor que en mi tierra, la cual llevo siempre conmigo por donde quiera que vaya.

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