CRÍTICA

A puerta cerrada

El pasado viernes se representaba en el Teatro Auditorio Revellín la obra de Jean-Paul Sartre "A puerta cerrada", bajo la dirección de César Martín y con un elenco íntegramente formado por actores ceutíes. 

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photo_camera Un momento de la representación en el Revellín del montaje de César Martín/ ANTONIO SEMPERE

Nada hacía presagiar, cuando se apagaron las luces del teatro del Revellín, que tras esa puerta roja que se nos presentaba en el escenario íbamos a vivir el mismísimo infierno de Sartre. La compañía de César Martín puso en escena una adaptación de la obra del prolífico escritor y filósofo  francés Jean- Paul Sartre, “A Puerta Cerrada”,  obra clave de la pasión del autor por el existencialismo exacerbado y el afán por la tortura del ser humano hacia sus semejantes.

El lenguaje, esencial, sin adornos, remite a los literatos del existencialismo francés y al teatro absurdo de hace 50 años, en el que personajes de un mundo feo apenas recuerdan cómo se vive correctamente. La violencia que recibe el ser humano se refleja en un habla hosca, dura y animalizada. El hombre se reprocha sin especificar, las mujeres añoran sin matices. Todo es válido para intentar engañarse a uno mismo. La muerte no les consuela sus miserables vidas. El diablo, vestido de mayordomo, los embauca al paraíso de los infiernos.

Magistral forma interpretativa de los personajes desde la primera aparición escénica, con una simbología típica de Hitchcock en las formas ritualistas de escenas pausadas, decoradas con unos movimientos siempre de cara al público y sin alzar la voz en demasía. Pasos sencillos que al espectador no le deja indiferente porque llena todo el cubilete del aforo siempre silencioso durante la hora y media de la trama infernal.

La interpretación que las actrices realizan hace ver el buen trabajo del director del montaje, César Martín, con las dos debutantes. Mónica Melgar se enfunda en la piel de Estela e invita al espectador a subirse a una montaña rusa, con una fuerza brutal, destacando en un monólogo desgarrador que hizo irrespirable el aire en el patio de butacas. Soberbia a mi juicio. Estela no tiene claro hacia dónde quiere ir, sin abandonar la idea de la competencia con Inés, Alba Castelo, más pausada pero con su traje de maldad puesto de modo reprimido y abominable, intentando usar el feminismo como salvación hacia el mundo libre.

Todo empieza con el mayordomo, Cristian Marfil, conduciendo a los infiernos a unos atormentados personajes empezando por el cobarde de García, César Martín, donde poco a poco verán que ya no podrán estar los unos sin los otros.

Una apuesta teatral de artistas con mucho talento de Ceuta. El montaje y el esfuerzo de un gran equipo de personas que han hecho posible que “A puerta cerrada” haya sido un éxito.