La recta final: 144 horas. Más allá de la estimación de votos

Guía para leer una encuesta

Estimado lector, si esperaba un resumen de las encuestas del día, este no es su artículo. No es una llamada a su atención, sino una muestra de aprecio por su tiempo

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photo_camera Último sondeo del CIS

Estimado lector, si esperaba un resumen de las encuestas del día, este no es su artículo. No es una llamada a su atención, sino una muestra de aprecio por su tiempo. Cientos de honorables periodistas ya han hecho tan digno trabajo durante el día de hoy en los diversos medios locales y nacionales. Por tanto, por respeto a su inteligencia y a mi salud mental como analista político de esta campaña, tras horas de estudio, he llegado a la conclusión de que, dado que todo está más que analizado y con una suficiencia que yo no puedo superar, ofrecerle una pequeña guía para que en estos días que faltan para el cierre de los colegios electorales sepa usted, si le apetece buscar en periódicos antiguos, leer más allá de las encuestas. Y si me permite mi directora, aprovechar para mandar un fuerte apoyo a mi primo Gonzalo que está pasando por un momento duro.

Cuando usted se enfrente a los colores de una encuesta que le predicen con la seguridad de un meteorólogo el porcentaje con decimales de cada Partido o Coalición que se va a presentar a las elecciones, entiendo perfectamente que pueda creer que hoy es lunes 24 de julio y usted, en un profundo sueño, se olvidó de votar. Vengo a decirle que esté tranquilo, que el oficio de un sociólogo, de un politólogo o de mi primo Gonzalo está mucho más cercano al de un meteorólogo de lo que pueda pensar.

Como decía, predecir es más fácil el mismo día o la semana anterior que a un mes vista. Eso no significa que en mi oficio sepamos a ciencia cierta si va a llover o no, sino que conforme a parámetros ya observados establecemos porcentajes de posibilidad de que algo suceda. Por ejemplo, en las diferentes encuestas, véase GAD3 o 40db, puede detectarse que la participación será probablemente superior a la del 19N porque la barra donde pone abstencionistas, esa que siempre dejan al fondo pero que es alrededor de un 30% de los electores, se va estrechando, hacia diferentes colores, y también porque la misma, normalmente, en un gris oscuro, que son aquella gente que todavía no sabe si merece más votar, irse a la playa o darse una maratón de Black Mirror y dejar que el mundo gire, cada vez es más estrecha. Es decir, conforme avanza el tiempo como ser humanos no todos estamos hechos para soportar la incertidumbre, y tendemos a apostar por algo: PP o VOX, PP o PSOE, SUMAR o la playa.

Igualmente, está la tendencia, que es lo que el hombre o la mujer del tiempo le dicen a usted cuando viene una Filomena, en el voto, que no es más que la dirección que va a ir tomando la tormenta. En este caso, todas las encuestas publicadas este lunes, tomando de base 40db por no dispersar su mente, marcan una precampaña con una tendencia positiva de la izquierda, pongamos el ejemplo del PSOE, del 29 al 31% para luego caer a un 28% en la que, en otro momento analizaremos, primera semana de campaña. Esto parece indicar que el debate y su reacción han producido una desazón en el votante de izquierdas socialista y una paradójica inversión de un voto que se mueve alrededor del 5 en la escala ideológica donde 1 es Stalin y 10 Mussolini hacia el mal menor, que en este caso sería un PP fuerte con un VOX débil que un PSOE que puede percibir sin opciones de victoria. De otro lado,  VOX parece haber caído víctima de su propio discurso sin conseguir la "melloninización" del espectro político español, es decir, el propio "sanchismo" está devorando su campaña ante la urgencia de acabar con un peligro, el "que vienen los rojos" de toda la vida, que había sido su línea argumental principal hasta ahora.

De igual manera, que su mujer del tiempo de confianza le indique por dónde vienen las nubes no significa que le estén prediciendo si va a llover, ni como, si no que vienen nubes, valga la redundancia. Por eso, si llama usted a su politólogo de cabecera, le puede decir que va ganando Feijóo o Sánchez, pero bien ya sabe que no estamos en 2008 y ya no va tanto de partidos como de bloques. Unos dirán que se refuerza el de la derecha, y otros el de la izquierda. Como aquí el que se juega el puesto de trabajo soy yo, me tomo la licencia de decir que se observa que el verdadero bloque que avanza es el del bipartidismo. Por ejemplo, el cierre de Sondaxe para La Voz de Galicia, donde podrá ver que el PSOE mejoraría en medio punto su resultado de 2019 y ya qué decir que el PP, que absorbe entre el 56 y el 70% del votante del cuasi extinto Ciudadanos y gana más que pierde en las trasferencias con VOX.

En un último asalto a su paciencia, cuando le hablen de suelo electoral entendemos aquel votante que a pesar de los pesares se pone la equipación de su partido y va a votar. Es engañoso creer que un suelo alto garantiza un buen resultado. Un ejemplo de ello es VOX, y no porque yo tenga especial interés de dedicarles tiempo en este artículo, sino porque su suelo se mueve diez puntos por encima del PSOE, por ejemplo, entre el 80-90%, pero en un contexto de una probable alta participación y con una campaña desactualizada, que sigue usando los mismos términos que usaba Trump ya no digo en 2020, sino en el 2016, le hace que si bien asienta alrededor de los 3 millones de votantes, 3,2 millones siendo generosos, ha creado resistencias que en la actual campaña son insuperables y lógicas entre un electorado no militante, lo que les deja poco espacio para crecer.

En resumen, las encuestas son una herramienta valiosa para entender las tendencias y las dinámicas de una campaña electoral, pero deben ser interpretadas con cuidado y en su contexto. No son una bola de cristal que predice el futuro, sino más bien un barómetro que nos da una idea de cómo se mueve el viento político en un momento dado. En este sentido, es importante no solo mirar los números en bruto, sino también entender las dinámicas subyacentes que los generan. Por último, es crucial recordar que las encuestas son solo una parte de la historia. La verdadera prueba de una campaña electoral no son las encuestas, sino las urnas. Y en última instancia, la decisión está en manos de los votantes.

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