Más de 3 horas de espera en el embolsamiento a primera hora de la tarde para cruzar el Tarajal

Las colas para cruzar andando la frontera también son largas y nos recuerdan a las que antes del virus formaban las porteadoras. 

Poco antes de las cinco de la tarde la explanada de embolsamiento de vehículos en Loma Colmenar ofrecía un aspecto de tranquilidad, de estar a medio gas, con más hueco que espacio ocupado. Un centenar y medio de vehículos esperaban su turno para redirigirse a la frontera y cruzar al fin a Marruecos. Y aún así, el cartel sobre la caseta de los operarios de AMGEVICESA justo al lado de la valla de salida, reflejaba 4 palabras, tres agónicas y una bella: “3 horas. Abierta. Lenta”. 

Ese era el tiempo aproximado de espera para poder dirigirse a la frontera en esos instantes, unas 3 horas. Quizás ya algo más. A pie de caseta se apunta a las 3 horas y cuarto más que a las tres horas. Y a ese tiempo hay que sumar el que se tardará después en cruzar el Tarajal. Más que lento, estricto, o precisamente por estricto, lento. Los controles no dejan papel o maletero por remover. Se pide el certificado de vacunación, los del coche, el pasaporte al día, hay que sellar...

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Y aún así, a pesar del tiempo, casi todos los consultados coinciden en que después de dos años la espera merece la pena. Dos años y un poco más sin poder pisar el otro lado de la frontera cruzando esas casetas de vigilancia fronteriza para abrazar al otro lado.

El embolsamiento es en sí mismo quizás el símbolo más enorme, más aún que la frontera, de esta realidad, que explica por sí mismo de qué va todo esto, qué son esas 3 horas, esa lentitud. 

No hace tantos meses, quizás las pasadas navidades, el embolsamiento estaba incluso más lleno que hoy, las esperas y las colas, tal vez no llegaran a las 3 horas, pero en cambio el tiempo era más desagradable, más gris si cabe que este viernes de levante y bruma. Y mucho peor que la perforación temporal de la moral y la paciencia era un bastón hurgando en las simas nasales para saber sí positivo o negativo. ¿Qué son tres horas comparadas con dos años y dos meses?

El personal de AMGEVICESA se coordina con la frontera, desde allí es desde donde se va dictando cuántos coches dejar pasar a medida que la frontera se va quedando limpia.

En el Tarajal, los operarios trabajan en los carriles naturales de salida, y sólo se usan los de entrada a Ceuta, uno en cada dirección en el lado español.

Las colas para cruzar andando la frontera no desmerecen a las que hay para salir en coche y una masa de personas se agolpa afuera de la frontera como en los tiempos antes del virus lo hacían las porteadoras. 

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Saliendo del Tarajal, llegando a Ceuta, gotean coches, motos y personas sonrientes, quizás no de oreja a oreja, pero sí con los ojos, esas miradas que hemos aprendido a leer como nunca en dos años y medio. Y alcanza un hola, para desatar los labios. De allí, de Marruecos a Europa, a esa misma primera hora de la tarde, andando hay quien asegura haber tardado media hora y quien dice menos de diez minutos. El goteo es pequeño. Un motorista dice que ha tardado en cruzar 10 minutos, pero que los coches algo más. 

El follón que se esperaba para este viernes, la aglomeración, de momento no se da. Pero la frontera es lenta. Al menos por ahora, al menos en estos primeros días de controles exhaustivos, de sellados sí o sí, de renovación de papeles después de dos años y pico cerrada a cal y canto. Tal vez con el paso de los días mejore, tal vez no. Todo el mundo, también el personal de AMGEVICESA da por seguro que hoy se irá alargando el tiempo de espera y que mañana será similar. Y también que el domingo para volver el lío estará en el otro lado, cuando la diáspora ceutí se apelotone por mucho escalonamiento que se quiera y se piense en la explanada del lado marroquí para comenzar a volver después del primer fin de semana en Marruecos en mucho tiempo.

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