La exministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya "acaba de ser expulsada como parte de una reorganización del gobierno realizada por Pedro Sánchez, Jefe del Ejecutivo español. Laya fue sustituida por José Manuel Albares, actual embajador de España en París. La partida de Laya se esperaba desde hacía varias semanas”, publica en su página web el diario L’Opinion”, de Rabat.
Varios medios nacionales, entre ellos La Razón y El Español, recogen esta información que agrega que “la exjefe de la diplomacia española, durante su mandato, provocó la peor crisis entre Rabat y Madrid de los últimos dieciséis años, en particular por su papel central en el intento de acoger en secreto a Brahim Ghali, líder de los separatistas del Polisario en España, a pesar de las opiniones negativas. de los servicios secretos españoles y del Ministerio del Interior”.
La destitución de González Laya puede verse, afirma L´Opinion, como una "señal de apaciguamiento hacia Marruecos". También señala que es una maniobra política dirigida hacia el escenario interno. "El Gobierno de Sánchez está efectivamente abrumado a nivel de intenciones de voto por el tándem PP y Vox que aprovecharon la disputa con Rabat para fortalecer y hacer olvidar a la gente sus múltiples casos de corrupción. La vuelta a la normalidad con Marruecos permitiría a los socialistas españoles reenfocar el debate en temas internos y evitar la constitución de un frente duro de derecha capaz de ganar la mayoría absoluta en las próximas elecciones”, concluye.
El Portal Le360 subraya la figura de Albares e indica que Laya había sido “criticada por varios círculos políticos por su gestión de la crisis con Marruecos vinculada a la recepción de Brahim Ghali”.
El portal “Medias 24″ asegura que “Marruecos esperaba con impaciencia la salida de Laya por su participación activa en la recepción secreta del jefe del Polisario, Brahim Ghali. Es sustituida por el ex embajador de España en París, José Manuel Albares, que tendrá la tarea de intentar reconciliarse con Marruecos”.
La salida de González Laya es vista, por tanto, como un gesto de querer arreglar las cosas con el país vecino. Francia podría recuperar su papel mediador ya que su sustituto fue embajador de España en París.
