Argumento «ad misericordiam», respuesta a Daniel López sobre Gaza y el PSOE

El secretario de Estrategia y Discurso de Ceuta Ya!, Julio Basurco, aporta en un artículo algunas reflexiones sobre el conflicto palestino-israelí 

Concentración por Palestina
photo_camera Participantes en la concentración en favor del pueblo palestino celebrada el pasado día 17 (C.A./ARCHIVO)

El pasado martes, este medio publicaba un artículo en el que su colaborador Daniel López denunciaba "ejemplos locales de presión a los socialistas para tomar posiciones" con respecto a lo que está sucediendo en Gaza. El autor no mostraba a los lectores ninguno de esos "ejemplos" que, por otro lado, eran calificados de "hipérbole difícil de sustentar argumentativamente". Concluyo (ya que ningún actor político o social ha recriminado absolutamente nada al PSOE de Ceuta en ese sentido) que López se refería a comentarios vertidos por personas anónimas en redes sociales. Personas anónimas a las que acusaba de hacer uso del denominado argumento ad misericordiam, falacia consistente en la manipulación emocional a través de la utilización interesada de la pena o la lástima.

Julio Basurco
Julio Basurco, secretario de Estrategia y Discurso de Ceuta Ya!

Según López, al PSOE se le estaría exigiendo que ignorase la complejidad del conflicto en cuestión y que se decidiera a adoptar una postura maniquea y simplona, obviando así el análisis político racional para lanzarse a los brazos del sentimentalismo. Es probable que, efectivamente, haya quién recurra a este tipo de argumentación a la hora de expresarse en un foro de Internet. Ocurre, prácticamente, con cualquier tema. Es algo habitual que no suele merecer el artículo de ningún analista, pues partimos de que quien escribe en una red social no tiene por qué disponer de ciertas habilidades o herramientas retóricas y de que, además, lo hace asumiendo un registro diferente al que, por ejemplo, adoptaría un representante político ante los medios de comunicación. Por tanto, resulta cuando menos curioso que en esta ocasión se solicite a la “ciudadanía virtual” una “racionalidad” que no suele exigirse en otros debates y discusiones que a diario inundan la red. Pero es que, además, la premisa de López ni siquiera es del todo cierta.

En primer lugar, es completamente lógico (y oportuno) que en un contexto de denuncia de un genocidio se apele al desmesurado número de víctimas mortales para exigir tanto el alto el fuego como declaraciones públicas de rechazo y condena; en segundo lugar, las muestras de apoyo al pueblo palestino, en términos generales, no se quedan en la “enumeración de muertos”. Al contrario, entran de lleno en los elementos políticos e históricos: la ocupación ilegal, la deshumanización, el régimen de apartheid, la vulneración sistemática de Derechos Humanos y el continuo incumplimiento de las resoluciones de la ONU por parte de Israel. Puede que no siempre lo hagan de la manera más “sofisticada”, pero ello no resta un ápice de consistencia política al hecho en sí.

En consecuencia, es falso lo de que “estos sectores ignoran las causas del conflicto”, como, en un alarde de soberbia, se atreve a afirmar López en su escrito. Él, sin embargo, sí omite cualquier referencia a la raíz del problema y nos presenta un marco que, camuflado de lo contrario, borra toda complejidad y contribuye a la consolidación de un relato superficial y, paradójicamente, proclive a la proliferación de ese argumento ad misericordiam que el autor dice repudiar. Eso sí, un argumento ad misericordiam que, en este caso, es beneficioso para la causa israelí y la postura del PSOE, lo cual sí le debe parecer válido y “respetable” en términos éticos e intelectuales.

No es en absoluto baladí que, en su artículo, Daniel López se refiera a la matanza de los gazatíes como “conflicto entre Hamás e Israel”. Tampoco lo es la referencia a “una de las mayores masacres terroristas desde el 11 de septiembre de 2001” o al “lanzamiento de más de 5000 cohetes” en alusión a los sucesos del pasado 7 de octubre. Ni que, al referirse directamente al estado sionista, lo haga mencionando el “derecho de Israel a defenderse dentro del Derecho Internacional” (por más que, en situaciones de ocupación, este sea un derecho que asiste al ocupado y no al ocupante y por más que sea Israel el que no reconoce más ley que la suya). La intención es evidente. Daniel López dibuja un escenario simple en el que no caben matices. A un lado, nos presenta un cruel e indeseable grupo terrorista; al otro, un Estado legítimo y pacífico que ha sido atacado de manera injustificada y cuyas impecables acciones bélicas se encuadran dentro de su irrenunciable (y hasta obligado) “derecho a la defensa”. No hay duda de cuál es el bando en el que el autor nos dice que debemos situarnos.

Sacar a relucir las décadas de sometimiento y los más de 4000 niños asesinados por Israel en esta última ofensiva es, para López, argumento ad misericordiam; no decir una palabra sobre los crímenes de Israel e insistir en la violencia de Hamás (para que, de paso, no se pueda opinar sin comenzar condenando las acciones provenientes del bando palestino, algo que llevamos observando todos estos días) es, en cambio, análisis político objetivo, neutral, ecuánime y racional. Simplemente magistral.

En realidad, lo que a Daniel López le molesta (pienso yo) no es la supuesta poca consistencia de los argumentos que algunos ciudadanos (muchos de ellos votantes socialistas, algo no carente de importancia) esgrimen a la hora de exigir al PSOE de Ceuta que condene las acciones de Israel y se sitúe así del lado del Derecho Internacional, sino la exigencia misma de condena. Y considero que él mismo lo reconoce de alguna manera cuando, en un arrojo de sinceridad, tilda de “equilibrada y responsable” la postura socialista. Su artículo no trata, pues, de falacias; ni siquiera de la posición del PSOE local. Su artículo trata de lo que él opina acerca de lo que sucede en la Franja de Gaza. Y para poder expresarlo necesita dar muchas vueltas, denunciar “presiones” poco menos que inventadas, exagerar, omitir, acusar de manipulación emocional y establecer distinciones caprichosas entre los serios y responsables y los cegado por la pasión identitaria e inhabilitados para el análisis político. En mi opinión, para un viaje así no hacían falta alforjas.

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