La Audiencia Nacional lo juzgará el próximo miércoles

El fiscal pide 9 años de prisión para el individuo que usaba su taxi ilegal para adoctrina y captar yihadistas

El Ministerio Fiscal pide nueve años de prisión para el individuo que aprovechaba su trabajo como taxista ilegal en Ceuta para realizar tareas de adoctrinamiento y captación de posibles adeptos para la yihad y que fue detenido el 26 de abril de 2017 en la ciudad

 

La Audiencia Nacional juzgará el próximo miércoles, día 23, a Ahmed H. M., que fue detenido en Ceuta en abril de 2017, cuando tenía 29 años.

El representante del Ministerio Público, según informa EFE, solicita además de la pena de cárcel, diez años de libertad vigilada con la obligación de participar en programas formativos, laborales, de educación sexual u otros similares durante la duración de esa última etapa.

El fiscal explica en su escrito de conclusiones provisionales que el procesado tuvo "estrechos vínculos" con los once condenados en 2015 a entre diez y doce años de cárcel por captar yihadistas para enviarlos a luchar con el autodenominado Estado Islámico (EI). Seis de los que captaron murieron en acciones suicidas con numerosos muertos en Siria.

También tuvo relación con otros detenidos por yihadismo y, al menos desde 2013, desarrolló un "perfil salafista de alta radicalidad religiosa", con un elevado consumo de contenidos de propaganda del EI. En esa labor influía directamente su amigo Illias Mohamed, también procesado aunque en otra causa y creador de un canal de Telegram para difundir ese tipo de archivos.

El procesado desarrollaba su tarea de captación en especial en el barrio de El Príncipe, donde -apunta el fiscal- hay "una fuerte cantera de radicales salafistas".

El procesado formaba parte de una red salafista-yihadista establecida en la barriada que ya había sido desarticulada parcialmente el pasado mes de noviembre. En aquella ocasión se detuvo a cuatro de sus principales integrantes. La labor que llevaban a cabo era la de captar jóvenes vulnerables en la barriada con el fin de lograr progresivamente su radicalización. 

Adoptaba una estética fundamentalista en su aspecto físico y para sus labores de captación reproducía de forma reiterada gran cantidad de material de Daesh en el que se mostraban imágenes de ataques terroristas o la ejecución de acciones de martirio junto a su recompensa en el paraíso.

También gestionaba un perfil en las redes sociales, con claras evidencias de su adhesión a Daesh, desde el cual enseñaba pautas a otros jóvenes para visionar publicaciones yihadistas sin ser detectados. Muchas de esas pautas de seguridad, como la eliminación del material ya consultado, le eran proporcionadas por su propia mujer, quien ya había sido detenida anteriormente por sus labores de adoctrinamiento y captación terrorista.

Además, había declarado a su círculo más cercano su intención de trasladarse a zona de conflicto para combatir como "muyahidín". Su intención era la de marcharse a vivir a Marruecos o Bélgica para no despertar sospechas en caso de marcharse de forma inesperada.Para evitar ser detectado y detenido adoptaba medidas de seguridad como las de desarrollar sus actividades de adoctrinamiento en el interior de su vehículo al considerarlo un entorno seguro y clandestino.

 

La red

La red salafista-yihadista de la que formaba parte el detenido fue parcialmente neutralizada en noviembre pasado tras la detención de tres hombres y una mujer encargados de radicalizar a menores y adoctrinarles en el extremismo religioso y la entrega absoluta al Desh que garantizara la actividad terrorista en el futuro.

De manera similar al modo de actuación de los autores de atentados terroristas sucedidos recientemente en suelo europeo, el detenido había declarado públicamente su animadversión a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, e incluso había llegado a agredir a integrantes de la Policía Nacional durante una intervención en el barrio de el Príncipe, habiendo proferido en varias ocasiones amenazas directas a agentes policiales de la zona.