India: la luna que brilla tras el dedo

Más allá de China: el papel clave de India en el escenario mundial

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Mientras España se posiciona internamente en el mapa geopolítico, el mundo sigue girando. Según estimaciones de la ONU, es muy probable que la población de la India superase a la de China en abril de este año. En cualquier caso, si bien por la propia presión del discurso contemporáneo hemos girado nuestra mirada hacia China, la tendencia es clara; mientras India reorganiza su democracia con una pirámide poblacional creciente China enfrenta los retos de esta década con un invierno demográfico en plena transición de un modelo basado en la mano de obra barata, insostenible ante la propia pujanza que les exige su ciudadanía, a una economía tecnológica en la que no puede competir en creatividad con Estados Unidos o Europa.

Es una tentación de nuestro tiempo querer entender el marco de la Historia en el plazo de una vida humana. Sin embargo, China e India tienen una larga historia, siendo dos de las cunas de la civilización y representando un 36% de la población actual. Cuando uno se acerca a esta realidad, en la que una de cada tres personas del planeta viven en uno de estos dos países, hay que afrontar con cierto respeto lo que esto representa. Ambas son potencias nucleares y tienen las dos fuerzas armadas más grandes del mundo en términos de personal activo, iniciándose hace ya unos años la silenciosa carrera armamentística entre ambas naciones, que tienen que enfrentar sus propios riesgos externos y comunes: Pakistán y la presión de Occidente por un lado y los propios intereses comerciales y fronterizos que se disputan.

India es, de por sí, fascinante. Junto a su gran diversidad cultural, histórica y geográfica, es una de las economías emergentes más importantes del mundo en las que el índice democrático es más alto, moviéndose entorno al 6,5 sobre 10 en los últimos dos lustros. Sin embargo, la contraparte económica no está viendo el reflejo de la riqueza generada sobre la población, en la que el 10% más rico acumula alrededor del 57% del capital, con todos los indicadores reflejando un alejamiento entre las clases sociales. La conclusión es al menos preocupante ya que es probablemente el país con mayor poder nuclear que tiene el riesgo más importante sobre la paz social interna.

Mientras China comenzó en la década pasada su reforma hacia el “socialismo chino” basado en una economía de mercado socialista haciendo cambios significativos en las políticas de agricultura, industria, comercio exterior e inversión extranjera que le llevaron a un crecimiento económico sin igual, India inició en 1991 su reforma económica en respuesta a una grave crisis fiscal y en la balanza de pagos. La reforma consistió en medidas de liberalización, privatización y globalización que buscaban reducir el papel del Estado y aumentar el del sector privado produciendo un crecimiento menos consistente pero acelerado en la última década.

Así, China e India son dos países que tienen una relación compleja y ambivalente, que se mueve en un tenso espectro en la cooperación y el conflicto. Por un lado, China e India han firmado varios acuerdos diplomáticos como el de 2003 para la asociación estratégica y cooperativa para la paz y prosperidad en las relaciones bilaterales y son miembros fundadores del grupo BASIC, junto a Brasil y Sudáfrica, para coordinar sus posiciones sobre el cambio climático. Por otro lado, China e India tienen varias tensiones y disputas que afectan a la estabilidad regional y global. Por ejemplo, ambos países tienen una larga historia de diferencias fronterizas en la zona del Himalaya, siendo el más reciente el enfrentamiento de Galwan de 2020 que causó la muerte de 20 soldados indios y un número desconocido de bajas chinas. Para el año 2050, se espera que la población de India alcance los 1.670 millones de habitantes, superando ampliamente a la de China, que se reducirá a 1.313 millones. El PIB nominal de China seguirá siendo el segundo más grande del mundo, con 49 billones de dólares, pero el de India lo superará en términos de paridad de poder adquisitivo, con 46 billones frente a 45 billones. El gasto militar de China también seguirá siendo el segundo más alto del mundo, con 1,3 billones de dólares, pero el de India se acercará al tercero, con 654 mil millones. Estos escenarios plantean tanto oportunidades como riesgos para el orden mundial.

Ante este panorama, cabe preguntarse qué papel jugarán China e India en el siglo XXI, y cómo afectarán al resto del mundo. ¿Serán rivales o aliados? ¿Colaborarán o competirán? ¿Se integrarán o se aislarán? Estas son algunas de las preguntas que deberíamos hacernos como ciudadanos globales, conscientes de la importancia y la complejidad de estas dos potencias asiáticas. No hay respuestas fáciles ni definitivas, sino que dependerán de las decisiones políticas, económicas y sociales que tomen ambos países, así como de las reacciones y las expectativas del resto de la comunidad internacional. Lo que sí podemos afirmar es que China e India son dos actores clave para el futuro de la humanidad, y que debemos estar atentos a sus movimientos y sus desafíos.

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