La clase somete a juicio los exámenes de reválida

Los alumnos de 3º y 6º de Primaria de Ceuta afrontarán entre el martes y el jueves sus exámenes de reválida, una polémica prueba instituida por la discutida Lomce. Docentes, sindicatos, partidos, asociaciones de padres y madres y movimientos ciudadanos se han pronunciado hasta la saciedad sobre lo inoportuno de estos exámenes. Pero, ¿qué opinan los niños?

niña lope de vega 6º primaria
photo_camera Una niña de 6º de Primaria durante una sesión de estudio/ C.A.

“Los alumnos de 6º de Primaria van a ir de excursión a una estación de esquí. Para poder esquiar, necesitan esquís y botas. En la tienda de la estación encuentran ofertas para grupos. La más barata que encuentran es de 115,5 euros, que incluye botas y esquís para 3 niños (3 pares de botas y 3 esquís). Si en total son 27 niños, ¿cuánto costará, en euros, el alquiler de botas y esquís para todo el grupo?”

A. 3118,5 euros

B. 10395,0 euros

C. 9355,5 euros

D. 1039,5 euros

 

En realidad, y a pesar de lo que asegura el Ministerio de Educación en la formulación de este problema escolar, los alumnos de 6º de Primaria no van a ser conducidos a Formigal, Baqueira Beret o Sierra Nevada. Su destino a partir del próximo martes será más prosaico. No vais a admirar el milagro del inmaculado manto níveo sobre la montaña, vais a cumplimentar vuestro examen de reválida.

Desde su aprobación en el Congreso, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) ha convivido con una legión de detractores enrolados en las filas de los progenitores, los sindicatos, los docentes, los partidos políticos y toda suerte de movimientos ciudadanos. La Lomce ha resultado, a la postre, tan popular como su creador, el desaparecido José Ignacio Wert. Esto es, no demasiado.

Los niños de 3º (8 y 9 años) y 6º (11 y 12 años) de Primaria son las primeras víctimas propiciatorias de una ley criticada hasta la extenuación mucho antes incluso de su aplicación. Todo el mundo se ha pronunciado sobre los exámenes de  reválida a los que se someterá esta semana a los alumnos ceutíes.

Las asociaciones de padres y madres de la escuela pública, a través de CEAPA, la asociación mayoritaria, han exhortado a las familias a no llevar a sus hijos a clase en los días programados para los exámenes. Doce comunidades autónomas ya han anunciado que no acatarán la obligación de organizar las pruebas, aunque, en su mayoría, las consejerías de Educación propondrán controles alternativos. Los sindicatos de la enseñanza se han mostrado notoriamente beligerantes. Pero, ¿qué piensan los principales afectados?

 

Ariadna y Lucía

Ariadna y Lucía, de 9 y 11 años, respectivamente, son alumnas del colegio Lope de Vega. Ambas han sondeado a sus compañeros de clase para conocer su opinión acerca de las pruebas que deberán afrontar a lo largo de esta semana. Las respuestas de los más pequeños son francas, contradictorias y, en no pocos casos, reveladoras de una perspicacia que no resulta frecuente entre los adultos.

"Me parece mal porque ya hacemos muchas tareas en clase y en casa, tenemos poco tiempo para jugar y terminamos el día muy cansados", sentencia Ariadna, quien encuentra en Yassir a su único aliado en su clase de 3º. "No lo veo bien porque tenemos muchos deberes y estamos cansados", abunda el pequeño.

El resto de la muestra, sobre la que no puede predicarse ningún valor demoscópico, recoge las voces de los que parecen más entusiasmados con la idea de someter sus conocimientos a prueba: "Yo opino que está bien para que sigamos aprendiendo cosas nuevas", afirma Lucía. “Me parece bien, tenemos que estudiar para aprender mucho", considera Dhuah. "Está bien para aprender más y también es bueno para el colegio", pondera Fátima. 

 

Una tontería, una estupidez

La serenidad de juicio que otorga la edad convierte a los pequeños encuestados entre el alumnado de 6º de Primaria en críticos más severos que sus compañeros de 3º. Además, de algún modo han advertido que detrás de la invitación a pasar una jornada en la estación de esquí se esconde una celada tendida con aviesos propósitos.

Una tontería y una estupidez. Éstas son las sentencias con las que María y Lucía, estudiantes ambas de 6º, abjuran de las pruebas de reválida.

María razona su juicio haciendo alarde de un inusual sentido común: “Porque si ya hemos estudiado en toda la Primaria, ya no hace falta hacerlo otra vez”. Lucía acude en auxilio de su compañera con un argumento no menos razonable: “Sí, es verdad, hacemos un repaso, pero nos agobia. No podemos durante el mes de  mayo avanzar en los temas porque estamos repasando y que, si suspendemos, a lo mejor repetimos y no se valoraría lo que hemos hecho en todo el curso, sólo se valoraría la reválida y no es justo”.

Las de María y Lucía no son, sin embargo, las únicas voces entre los pequeños de 6º que a partir del miércoles descubrirán, ya de manera fehaciente, que lo de la excursión a la nieve no era sino un camelo. Mohamed, también de 11 años, juzga, en contra de la opinión de sus compañeras, que la reválida supone una buena incitación al estudio. “Es necesaria, para ser así más inteligente”, advierte.

 

El país de las reválidas recurrentes

Ariadna, Dhuah, Fátima, Yassir, María, Mohamed y las dos Lucías no han hecho más que adentrarse en el proceloso mundo de los itinerarios educativos salido de la febril imaginación del ministro Wert, hoy descabalgado de su sueño en un oscuro destino de la administración pública en París. El hombre que lo observa todo desde su despacho de embajador ante la OCDE en la capital de Francia dejó las cosas bien atadas a la espera de que estas criaturas crezcan mientras se adentran, con la inocencia propia de la adolescencia, en el tenebroso país de las reválidas recurrentes.

De no resultar derogada, la Lomce prevé que los exámenes de reválida se terminen de implantar en Educación Secundaria y Bachilletaro. Este año las pruebas tendrán un carácter exclusivamente diagnóstico, según han determinado las autoridades del Ministerio de Educación. Algo que cambiará en lo que concierne a los exámenes que comenzarán a implantarse el próximo curso. Así, las de  4º de la ESO y 2º de Bachillerato deberán ser aprobadas para pasar de ciclo educativo.

Y a éstos no se les podrá embaucar tan fácilmente con la promesa de dos esquíes y un forfait.

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