Amadou Kebe vivió el sueño que cualquier niño de Senegal, su país natal, habría deseado satisfacer: convertirse en jugador de fútbol profesional. Un sueño inalcanzable para muchos chicos en un país poblado por doce millones de habitantes e azotado por las desigualdades y los problemas sociales. “La escuela tiene que ser el caldo de cultivo de la cultura y la convivencia entre los hombres”, reclama Amadou. El 56% de los senegaleses vive en estado de pobreza, una situación que afecta, fundamentalmente, a las poblaciones rurales.
El protagonista de nuestra historia fue seleccionado para ingresar en una escuela de alto rendimiento para futbolistas en Dakar. A los 15 años viajó a Noruega para seguir formándose como jugador. En el país nórdico, acabaría firmando por un club profesional. Es en Tánger donde conoce la realidad de la inmigración. Su vida da entonces un giro de 360 grados. Deja el fútbol para dedicar sus esfuerzos a luchar por los derechos de las personas que intentan buscar un futuro mejor. Hoy día trabaja para el colectivo de migrantes africanos a través de la ONG diocesana Cáritas en Tánger.
Amadou quiere volver a jugar al fútbol, quiere una oportunidad. Si todo sale como él sueña, Kebe jugará de nuevo al fútbol. Los nuevos dirigentes de la AD Ceuta FC tuvieron noticia de su existencia y le darán la oportunidad de entrenar en pretemporada con la plantilla caballa para tratar de hacerse un hueco en el equipo de la Tercera División.
