El silencio de la delegada del Gobierno

La Delegación del Gobierno no ha compartido con los ceutíes ningún mensaje ni ofrecido información alguna sobre la masiva entrada de migrantes que ha registrado la ciudad en las últimas horas.

La delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, junto a su jefe de gabinete (C.A./ARCHIVO)
photo_camera La delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, junto a su jefe de gabinete (C.A./ARCHIVO)

Ceuta se ha convertido en escenario de un conflicto diplomático que enfrenta a España y Marruecos. La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de autorizar la entrada en el país del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, -quien es tratado del covid-19 en un hospital de Logroño- ha despertado las iras del país vecino.

Un millar largo de personas, con el beneplácito de Marruecos, han entrado en la ciudad a lo largo de este lunes. Es la respuesta de Rabat a la presencia de Ghali en España.

La situación ha llegado a tornarse caótica en las playas de Benzú y El Tarajal. Las fuerzas de seguridad se enfrentan a una situación desconocida que la crisis sanitaria que todavía impera a uno y otro lado de la frontera agrava. Todos y cada uno de los recién llegados han puesto a prueba la capacidad del sistema sanitario local para someter a pruebas diagnósticas de coronavirus a un número de personas imprevisto. Todas ellas, además, requerirán alojamiento, al menos hasta que sean devueltas a su país, si es que esto sucede.

Los ceutíes asisten perplejos a unos acontecimientos sobre los que no tienen más información que aquella que proporcionan los medios de comunicación. No hay otros cauces. La Delegación del Gobierno mantiene un inexplicable silencio sobre lo sucedido. No hay explicaciones, no se ofrecen detalles, no se lanzan mensajes tranquilizadores a la ciudadanía. La delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, permanece desaparecida.

La renuencia de Mateos a comparecer públicamente ante la ciudadanía resulta ya proverbial. La delegada ha mantenido un silencio inquietante durante toda la pandemia, incluso en aquellos momentos en los que la situación epidemiológica situaba a la ciudad entre los territorios españoles más castigados por el covid-19. Ni una palabra.

Es difícil imaginar qué tipo de crisis es necesario que se suscite para que Mateos diga algo. Lo sucedido hoy merecería algún tipo de mensaje a la ciudadanía. La delegada, sin embargo, es irreductible. Alguien ha decidido en la Plaza de los Reyes que el silencio es la mejor manera que tiene la Delegación de relacionarse con los ceutíes. Esta manera de comportarse no hace sino conducir a la máxima representación del Gobierno de España en Ceuta hacia la irrelevancia. Y eso es un problema.