“En Ceuta y Melilla, el trato a los menores extranjeros no siempre es acorde a los derechos de la infancia”

José Chamizo: “Lo que se pretende, fundamentalmente, es que nadie consiga entrar ni en España ni en Europa; ésa es toda la alternativa que se ofrece.”

photo_camera José Chamizo /ANDRÉS CARRASCO

José Chamizo es y ha dejado de ser un montón de cosas notables. Fue un combatiente contra el monstruo de las drogas en las calles del Campo de Gibraltar en la peor época de aquella siniestra epidemia. Más tarde, y durante 17 años, ejerció como Defensor del Pueblo andaluz. Es escritor, sacerdote y promotor de la oenegé “Voces por otro mundo”. En una breve charla con ceutaactualidad.com, el veterano activista en defensa de los derechos humanos esboza algunas de sus opiniones sobre el drama de la inmigración.

¿Qué perspectiva tiene usted desde fuera del fenómeno migratorio que se vive en ciudades fronterizas como Ceuta y Melilla?

Creo que la situación es grave. También creo que no se están tomando las medidas adecuadas. Lo que se pretende, fundamentalmente, es que nadie consiga entrar ni en España ni en Europa. Y ésa es toda la alternativa que se ofrece. Pero hay que darse cuenta de que estamos hablando de miles de seres humanos que se encuentran en esta situación por culpa de un sistema económico diabólico. Los países de los que proceden se han empobrecido en muchas ocasiones debido a conflictos que las potencias civilizadas han provocado con la venta de armas. Son víctimas a las que, de algún modo, habrá que atender.

¿Y cómo se puede afrontar esta situación?

Entiendo perfectamente que España no puede hacerlo en solitario. La Unión Europea tendrá que hacer algo más de lo que hace.

Todo el mundo recurre siempre a lo mismo, a algo que ya se ha convertido en un tópico a fuerza de ser repetido –un tópico casi de humor negro: el problema está en los países de origen. Es cierto, pero nadie hace nada por remediar ese problema. Por ejemplo, los recortes que ha traído consigo la crisis son la excusa justa –aunque quizá fuera mejor decir injusta- para no hacer nada. Y prueba de ello es la caída estrepitosa que ha experimentado todo lo relacionado con la cooperación al desarrollo.

Llegados a este punto, si no podemos afrontar el problema desde su origen, pues por lo menos respetemos los derechos humanos. No puedo aceptar que alguien pierda la vida intentando entrar en Europa. Soy de los que defiende el espíritu y la letra de la Declaración de Derechos Humanos. Y su artículo 13 reconoce el derecho que tiene todo ser humano a emigrar.

¿Cuál es su opinión a propósito de las denominadas devoluciones en caliente?

Bueno, no se trata solo de las devoluciones en caliente. Todo, todo, está ideado para que no entre nadie. Y hacemos estas cosas cuando muchísimos españoles se están viendo obligados a marcharse al extranjero para conseguir una vida digna que aquí no encuentran. El derecho a emigrar es para todo el mundo, no solo para los europeos.

Quienes defienden la rigidez de las fronteras como necesaria argumentan que de lo que se trata es de conseguir el equilibrio entre seguridad y respeto  los derechos humanos…

La seguridad de las fronteras es un tema y los derechos humanos, otro. Evidentemente, las fronteras han de ser seguras. Pero si de lo que se habla es del avance del yihadismo y esas cosas, quizás habría que detenerse un momento a reflexionar. Quizás el auténtico caldo de cultivo del terrorismo yihadista no esté en las fronteras sino en el abandono al que Europa somete a las poblaciones migrantes. Lo hemos visto en Francia, donde, desgraciadamente, ha sucedido lo que ha sucedido. No se puede recurrir solo a medidas represivas, hay que adoptar necesariamente medidas sociales.

¿Cuál es el trato que, a su juicio, se dispensa a los menores extranjeros que logran acceder a nuestro país?

Al menos en Andalucía, hasta que tienen 18 años, el trato es correcto. En territorios fronterizos como los son Ceuta y Melilla, me temo que no siempre está en consonancia con los derechos de la infancia. Me da esa impresión. Ha habido muchos problemas. También es cierto que Ceuta no dispone de medios suficientes para afrontar un problema tan grave. En esto, debería recibir ayuda de la UE y del gobierno español.

Lo que sucede es que cuando hablamos de menores no puede haber problemas administrativos.