Marruecos vuelve a usar la inmigración para presionar a España diez meses después de Ceuta

Además del doble asalto masivo en Melilla, las llegadas a Canarias han aumentado un 134% este año. 
Militares desplegados en la playa de El Tarajal (C.A.) CRISIS MIGRANTES
photo_camera Militares desplegados en la playa de El Tarajal (CEDIDA)

Casi diez meses después de la entrada masiva de unos 10.000 inmigrantes en Ceuta en menos de 48 horas, Marruecos ha vuelto a mirar para otro lado. Esta vez ha sido en Melilla donde dos asaltos masivos a la valla en dos días se han saldado con más de 800 inmigrantes entrando en la ciudad autónoma.

El Gobierno no oculta su preocupación por estos hechos, toda vez que el del miércoles, con 2.500 inmigrantes, fue el mayor asalto a la valla registrado hasta la fecha, si bien solo unos 500 lograron su objetivo, y este jueves han sido otros 1.200 los que lo han intentado, de los que unos 350 han entrado en Melilla.

Tanto la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, como el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, han reconocido que la situación es "preocupante", mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llamado por teléfono al presidente de Melilla, Eduardo de Castro, para transmitirle el apoyo del Ejecutivo.

Además, y como prueba de lo delicada que es la situación en la ciudad autónoma, el Ministerio de Interior ha anunciado el envío  "de forma inmediata" a Melilla unos 90 efectivos de Guardia Civil y Policía Nacional.

El Gobierno sigue sin haber logrado reconducir la relación con Marruecos tras la acogida en abril pasado del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, pese a los esfuerzos de los últimos meses, que han incluido incluso la intervención del Rey Felipe VI.

Tanto Sánchez como Albares insisten cada vez que se les pregunta por Marruecos en que es un socio estratégico para España y en el deseo de forjar una "relación del siglo XXI", un mensaje que también trasladó Don Felipe el pasado enero.

Asimismo, el ministro de Exteriores ha asegurado en repetidas ocasiones que esa es también la voluntad que constatan en Rabat y se remite al mensaje pronunciado por Mohamed VI el pasado agosto, cuando expresó su deseo de una relación basada en la confianza y el respeto mutuo.

Pero las señales que han llegado del otro lado del Estrecho no parecen corresponderse con esta voluntad puesto que la embajadora marroquí, llamada a consultas el 18 de mayo en pleno aluvión de inmigrantes en Ceuta,  sigue sin haber regresado, y Marruecos ha procedido a construir una piscifactoría en aguas próximas a Chafarinas, entre otros agravios.

Rabat no ha ocultado además que su deseo es un cambio de postura por parte del Gobierno respecto al Sáhara Occidental que fuera en línea con el reconocimiento de la antigua colonia española como marroquí, como hizo en diciembre de 2020 Estados Unidos con Donald Trump aún como presidente. El Ejecutivo insisten en una solución política mutuamente aceptable para las partes en el marco de la ONU.

Con todo, y en un claro gesto hacia el reino alauí, el Gobierno anunció a principios de febrero que había aceptado la petición de Marruecos de ayudarle a garantizar su seguridad energética mediante la regasificación en España de Gas Natural Licuado (GNL) comprado por Rabat y que luego será enviado al reino mediante el gasoducto que anteriormente hacía llegar a la península gas de Argelia.