la ciudad cuenta con 38 árboles de más de 100 años

Una ruta centenaria

La mayoría de estos árboles se encuentran en la zona conocida como el arroyo de Calamocarro, una zona de una gran belleza y con una riqueza natural que nos invita a viajar en el tiempo y sin tiempo.

Cuando se habla de monumentos todos pensamos en edificios, estatuas o vestigios de otras civilizaciones pero hay otro tipo de monumentos, silenciosos y centenarios, escondidos y sin carteles que cuenten su historia. Pero ahí están y Ceuta Actualidad los ha recorrido de la mano del presidente de la asociación ecologista Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera.

Desde la playa de Calamocarro sale un sendero que nos llega hasta el arroyo del mismo nombre y desde ahí, un mundo por descubrir en la Red Natura 2000. El agua que se abre paso entre la espesa vegetación, típica de esta época de año, cambia la banda sonora de nuestro día. Los pájaros y aves que viven en esta zona catalogada como LIC ZEPA hacen que los problemas se olviden y se vayan quedando atrás según nos adentramos en la zona.

Pasear con Pérez Rivera es detenerse en cada planta, en cada flor, con su historia y su importancia. Pero nuestro objetivo es conocer alguno de los 38 árboles centenarios con los que cuenta la ciudad. Fueron catalogados hace unos años en un proyecto financiado por la Unión Europea y en colaboración con la Fundación Felix Rodríguez de la Fuente. La mayoría de ellos se concentran en esta zona pero “también podemos encontrar algunos en la zona centro, en el Hacho y en los embalses como un algarrobo”, comenta.

El primer encuentro con uno de estos árboles centenarios es un impresionante pino de unos 20 metros de alto y otros tantos de diámetro. El paso de los años, no en vano tiene más de 200 años, y la siempre negativa acción del hombre, han dejado sus raíces al descubierto, lo que supone un grave peligro para su subsistencia. “Sería necesario llevar a cabo algún tipo de actuación para volver a cubrir las raíces”, comenta Pérez Rivera.

Como si de un rascacielos se tratara un olmo de 32 metros se alza majestuoso entre eucaliptus, alcornoques y naranjos, vestigio de la época en que la zona fue explotada agrícolamente. Cerca del esbelto olmo, un grupo de castaños de más de 400 años sirvió de refugio de los moriscos expulsados de Granada. Desde su sombra se disfruta de un paisaje que nos aleja del ruidoso centro urbano: un bosque de todo tipo de árboles con el mar al fondo. Un lugar para perderse, por descubrir y para disfrutar como hacen los grupos de aficionados a la bicicleta de montaña con los que nos hemos encontrado en nuestro camino.