CONTROVERSIA EN TORNO A LA RETIRADA DE LAS CONCERTINAS DE LA VALLA

¿La frontera hispano-marroquí resulta más insegura sin cuchillas?

Los detractores de la retirada de las cuchillas que coronan las vallas de Ceuta y Melilla -cuyo carácter cruento y lesivo ha quedado demostrado- consideran que una iniciativa de este carácter puede poner en cuestión la seguridad de la frontera sur. 

valla concertina
photo_camera Tramo de la valla fronteriza de Ceuta coronado por concertinas (C.A.)

La pretensión del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, de suprimir las concertinas que coronan las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla ha vuelto a abrir la controversia en torno a la política migratoria de España. El debate en torno a las cuchillas como instrumento de disuasión frente a la entrada irregular de extranjeros en el país no es nuevo, aunque sus defensores se han conducido ahora con algo más de mesura de la que solían emplear.

Lejos quedan las apreciaciones del exministro Jorge Fernández Díaz, quien sostenía que las cuchillas apenas si ocasionaban heridas de carácter “leve y superficial” a los migrantes que entraban en contacto con ellas. La tesis de los populares en el Gobierno era replicada por sus cargos públicos en las dos ciudades autónomas. El mismo presidente ceutí, Juan Vivas, sostenía en octubre de 2015: “Las concertinas no están concebidas para hacerle daño a nadie”.

Recuperada la controversia, y condicionados por los aires de renovación que se viven en el Gobierno y en su propio partido, los populares ya no resultan tan asertivos, aunque siguen manteniendo su tesis de que las cuchillas son un instrumento “no agresivo”. Si son eliminadas, mantienen, habrá de idearse otro sistema disuasorio que no reduzca los estándares de seguridad en las fronteras.

Corría el año 2005 cuando las cuchillas ahora en discusión fueron instaladas en las vallas de Ceuta y Melilla por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La decisión supuso una inversión de más de 12 millones de euros del erario público. Más tarde, las concertinas fueron eliminadas de la valla melillense, pero en 2013 fueron repuestas por el Gobierno de Mariano Rajoy.

valla concertinaUn migrante, encaramado en la valla (C.A./ARCHIVO)

Exportando cuchillas

El modelo de defensa fronteriza promovido por España ha encontrado émulos en gobiernos europeos de dudosas credenciales democráticas. “Hablar de vallas en España se entiende bien y no hay que explicarlo”, celebraba la embajadora de Hungría en España, Eniko Gyori en septiembre de 2015. Ese mismo mes, la diplomática visitaba Ceuta para conocer personalmente el vallado que se levanta a lo largo de la frontera hispano-marroquí. “El hecho de que nadie, aparte de Hungría y España, quiera defender las fronteras de Europa es bastante deprimente”, comentaba apenada Gyori.

Y es que el gobierno de ultraconservador húngaro Viktor Orbán se había convertido en un cliente privilegiado de la misma empresa malagueña –European Security Fencing-que proporcionó el alambre cortante empleado en las vallas fronterizas españolas. Orbán desplegó las mismas cuchillas a lo largo de los 175 kilómetros de la frontera entre Hungría y Serbia.

 

Coherencia

La Administración socialista se ve ahora obligada a ser coherente con los argumentos que ha venido defendiendo en la oposición acerca de las políticas migratorias que debe impulsar la Unión Europea. Su apelación a la retirada de las cuchillas, demandada por las organizaciones de derechos humanos y justificadas en las terribles heridas que ocasionan a los migrantes, ha sido inmediatamente interpretada como una debilidad entre las posiciones más conservadoras y, por supuesto, entre los grupos que ni tan siquiera ocultan sus inclinaciones xenófobas.

El PP, de manera congruente con la política que desarrolló en el Gobierno, mantiene viva la tesis de que retirar las cuchillas puede traducirse en una mayor vulnerabilidad de la frontera sur. Además, la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de acoger a los náufragos embarcados en el buque “Aquarius” ha servido para resucitar el viejo concepto del “efecto llamada”. Sin concertinas y con un gobierno dispuesto a flexibilizar su política de acogida de extranjeros, España acabará por convertirse en El Dorado para centenares de miles de africanos, sostienen.

De momento, y a la espera de que se haga efectiva en un futuro la retirada de las cuchillas, los intentos de salto a la valla se han reducido notablemente en los últimos meses. El pasado día 6, seis jóvenes africanos lograban franquear la valla fronteriza. Dos de ellos acabaron siendo intervenidos quirúrgicamente en el Hospital Universitario para curar las graves heridas que sufrieron en el intento. Heridas causadas por las concertinas cuya retirada se propone ahora.