El futuro de las Brigadas Verdes, en el aire

La plantilla ya ha rechazado en dos ocasiones la oferta de integrarse en Tragsa y el Gobierno deberá mover ficha si sus pretensiones son las de que las Brigadas dejen de depender de la FPAV

Un operario de Brigadas Verdes, en plena tarea (C.A./ARCHIVO)
photo_camera Vehículo de las Brigadas Verdes (Archivo)

Los ingresos de más de 130 familias de Ceuta dependen de un puesto de trabajo en las Brigadas Verdes y, con los últimos vaivenes, temen por su futuro laboral.

El proyecto, que nació en 2007, se ha ido convirtiendo en un «monstruo de diez cabezas» que 'devora' tres millones y medio de euros al año de las arcas públicas, a pesar de haber reducido la plantilla en más de un 10% en los últimos años.

Los continuos problemas en la fiscalización de las cuentas presentadas por la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, ha conllevado retrasos en el pago de nóminas  o la dimisión de la jefa de Administración de las Brigadas Verdes porque la FPAV «obstaculizaba» su trabajo. Por todo esto (y otros temas) la Ciudad decidió, hace ya tres años, desligar las Brigadas Verdes de la FPAV, que ha sido acusada de «enchufismo» o de haber ha nombrado inspectores de las Brigadas Verdes a familiares de los directivos de la FPAV.

En origen, las Brigadas Verdes se concibieron como una especie de plan de empleo. Cuando se crearon, contaban con menos de 100 empleados y 1,9 millones de presupuesto anual. Pero, sin un escrupuloso control por parte del Ejecutivo, tanto el número de trabajadores, como el presupuesto, fue creciendo desmesuradamente hasta duplicar tanto en efectivos contratados, como en presupuesto el 'plan' inicial.

La 'intención' del Gobierno ha sido la de sacar a concurso la gestión de las Brigadas, pero sin éxito. El intento de que las Brigadas Verdes no sigan siendo el 'tesoro de la corona' de la FPAV, y pasen a formar parte del Medio Propio Tragsa, se ha estrellado, en dos ocasiones, contra el muro de la opinión de la plantilla, que no conoce en qué condiciones serían absorbidos por el la empresa público, porque, como han denunciado en más de una ocasión, tan solo les han hecho promesas verbales.

El primer no de la plantilla a integrarse en Tragsa fue en 2020. Los empleados del servicio de las Brigadas Verde rechazaron por amplia mayoría su integración en la sociedad estatal. El «no» ganó a «sí» por 94 votos a 11. Pero el rechazo tan diferencial ha ido perdiendo fuerza en los últimos 22 meses, porque en la última 'cuestación' la diferencia fue de sólo 13 votos. De los 134 trabajadores que podían expresar su opinión, votaron 120, con 53 síes, 66 noes y un voto en blanco.

Después de 22 meses, la plantilla de las Brigadas Verdes sigue sin conocer las condiciones en las que podrían pasar a engrosar las 'filas' de Tragsa. Solo conocen lo que se les ha dicho, de forma verbal, pero «las palabras se las lleva el viento» asegura algún trabajador. 

El consejero de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Yamal Dris, defendía en la Asamblea la propuesta del Gobierno municipal para la integración de la plantilla de las Brigadas Verdes en la sociedad estatal Tragsa. «Las condiciones del personal serán mejores de las que tienen ahora», pero poco más conoce la plantilla. Dris sostuvo que , la integración en Tragsa tendría como consecuencia que la plantilla de las Brigadas Verdes pasaría a regularizar sus condiciones laborales por el convenio de jardinería, que mejora el que actualmente da cobertura a estos trabajadores. «Se han barajado opciones distintas a Tragsa, todas las que la ley nos permite, pero hemos considerado que esta es la más idónea», aseguró Dris. 

Tras el último Consejo de Gobierno, el portavoz del Ejecutivo, Alberto Gaitán, rehusó valorar la decisión de los trabajadores del servicio de Brigadas Verdes de negarse a aceptar la propuesta de la Ciudad para su integración en la sociedad pública Tragsa.